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No hay duda de que es posible pensar sin representaciones (le dijo Narciso a Goldmundo), no se piensa mediante imágenes sino a través de conceptos, abstracciones y formulas. Y justamente allí, donde terminan las imágenes, empieza la filosofía.
Para tu concepción Goldmundo, el mundo está formado de imágenes, para mí, está formado de conceptos. Por esto te decía que no tenías madera de pensador, y también te decía que eso no suponía algo malo, porque a cambio dominas con tu arte el mundo de las imágenes.
Si en vez de recorrer el mundo te hubieses vuelto un pensador, pudieses haber causado mucho daño. Hubieses sido un místico. Los místicos son aquellos pensadores que no pueden emanciparse de sus representaciones. Por cuya razón no son en realidad pensadores. Son artistas encubiertos: poetas sin versos, pintores sin pinceles, músicos sin notas. Hay entre ellos espíritus nobles y bien dotados, pero todos, sin excepción son desgraciados.
Tal hubieses podido ser tú, y te has hecho por suerte artista, y has dominado el mundo de las imágenes, en el que puedes ser creador y señor, en vez de verte atascado y paralizado, como pensador, en lo insuficiente.
Temo (declaró Goldmundo) que nunca consiga formarme una idea de tu mundo mental, donde se piensa sin representaciones.
Ah, sí, lo lograrás fácilmente (dijo Narciso). Escucha: el pensador trata de conocer y representar la esencia del mundo por medio de la lógica (en su amplio aspecto). Sabe que nuestra razón y su instrumento, la lógica, son medios imperfectos… de igual modo que un artista de talento sabe muy bien que su pincel o su cincel jamás podrán reflejar, de modo cabal, el ser glorioso de un ángel o un santo. Con todo eso, entre ambos, el pensador y el artista, intentan la empresa, cada cual a su modo. No pueden dejar de hacerlo. Pues cuando un hombre procura realizarse, utilizando los dotes que le concedió la naturaleza lleva a cabo lo más elevado y lo único realmente lleno de sentido de cuanto puede hacer.
Fragmento del libro “Narciso y Goldmundo” del alemán Hermann Hesse.
Si existiese el intervalo en el tiempo (y sin ser Sofista) en donde “El Humano” y el “Lobo Estepario” trabajasen juntos, se identificasen, se lograran complementar, expandir y darse tiempos pero sin abandonar sus esencias, se estaría más cerca aún del “Übermensch” que posee cada uno y que se mantiene en el dominio de Hypnos.