El interior de nuestro exterior



- Acostumbramos a suponer que los límites de nuestra personalidad son muy estrechos. Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria clara de la evolución hasta el pez y aún más atrás, así también llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en el alma de los hombres. Todos los dioses y demonios que han existido, ya sea griegos, chinos o cafres, todos están presentes en nosotros como posibilidades, deseos y soluciones.Si el género humano se extinguiera y solo quedara un niño medianamente inteligente, sin ninguna educación, este niño volvería a descubrir el curso de todas las cosas y sabría inventar de nuevo dioses, demonios, paraísos, prohibiciones, mandamientos y Viejos y Nuevos Testamentos.

- Conforme –objeté yo-, pero ¿Dónde queda entonces el valor del individuo? ¿Para qué nos esforzamos si ya llevamos todo acabado en nosotros mismo?

- ¡Un momento! –exclamo enérgicamente Pistorius. Hay una gran diferencia entre llevar el mundo en sí mismo y saberlo. Un loco puede tener ideas que recuerden a Platón, y un pequeño y devoto colegial puede recrear las profundas conexiones mitológicas que aparecen en los gnósticos o en Zoroastro. ¡Pero él no lo sabe! Mientras no lo sepa es como un árbol o una piedra; en el mejor de los casos, como un animal. En el momento en que tenga la primera chispa de conciencia (inteligencia como dice Alejandro Jodorowsky), se convertirá en un hombre. No creerá usted que son hombres todos los que caminan en dos piernas por la calle sólo porque andan erguidos y llevan a sus crías nueve meses en el vientre. Muchos de ellos son solo peces u ovejas, gusanos o sanguijuelas; otros son hormigas, y otros abejas. Todos ellos tienen la posibilidad de ser hombres, pero sólo cuando vislumbra esa posibilidad, cuando aprende a hacerla consciente, por lo menos en parte, estas posibilidades le pertenecen.



Conocer a los seres reales es menester, a veces los tienen frente a sus ojos, y ustedes no se dan cuenta.